domingo, 2 de enero de 2011

Ver el ocaso en la playa no siempre es tan relajante

Escribiendo desde: Mi Casa, Manzanillo, Colima.

Como puedes ver, ya agregé dos páginas al blog: Sobre el Autor y Personajes Principales. En la página Sobre el Autor está la información del cuestionario que publiqué ayer, así que por ahora no te pierdes de nada. Lo nuevo es la página de Personajes Principales, en donde escribí acerca de mis amigos más importantes (del momento) y de mis enemigos actuales. Te sugiero que leas esas dos páginas antes de leer el resto de esta entrada.

Hoy en la mañana, al despertar, tenía un tema muy padre para escribir. Era sobre un sueño, y hasta tenía la introducción perfecta para la entrada. Me pasé mis primeros cinco minutos despierto pensando cómo escribiría esta entrada, para que luego me diera hueva encender mi compu y dejara pasar el tiempo. Ahora, se me olvidó el pinche sueño y obviamente ya no puedo escribir sobre eso. Podría empezar a hablar sobre los sueños, y que es muy curioso que se te olvidan en chinga, de lo raro que es el inconsciente, o simplemente de la hueva misma, pero no tengo ganas de reflexionar por el momento. Acabo de llegar a mi casa algo tomado (cortesía de un Don Julio de Carlos), y estoy un poco cansado, tanto física como psicológicamente. No. Voy a contarte sobre lo que pasó hoy en la playa.


Después de desayunar me marcó Carlos al celular. Quería invitarme a la playa. No tuve ninguna objeción al respecto, pues no tenía nada que hacer y creía que iba a ser un día bien aburrido. Hasta me deprimí al pensar que no tenía planes para una tarde tan hermosa de vacaciones como esta.
Ahora, normalmente tendría mis objeciones debiéndose a que era Carlos el que me estaba invitando. Él y yo tenemos un pasado algo confuso, debido a que él estuvo pérdidamente enamorado de mí hace tiempo. Ahora no sé con seguridad si todavía siente eso por mí, pero honestamente espero que no. Pero total, no tenía nada que hacer y pensé que sería chido ir a la playa así que le dije que sí.
Me arreglé rápidamente sin bañarme (pues de todas maneras iba a ir a la playa para meterme al agua, no a andar pendejeando en la arena) y él llegó a mi casa en cuanto terminé de cambiarme. Me cae que ya iba en camino cuando me marcó, el muy desgraciado, sabiendo que no me negaría a una salida a la playa. Eran cerca de las 2 de la tarde cuando nos fuimos, y llegamos en unos quince minutos a la playa. Pagué la renta de la sombrilla y estuvimos platicando en la arena un buen rato mientras comíamos ceviche.
Pero Carlos siempre quiere andar arreglando pedos, por muy pasados y olvidados que estén. Al poco rato de andar platicando vimos a una familia de gringos caminar junto al agua, con niñitos muy bonitos corriendo por todos lados mientras sus papás los vigilaban con cautela. Eso nos hizo cambiar al tema de la familia y cómo sería la familia de cada quien en un futuro. Después de eso, Carlos empezó a hablar de cómo sería nuestra vida si viviéramos juntos.
El pedo es que durante el tiempo que Carlos me idolatraba, hizo un buen de chingaderas. Siempre se quedaba a dormir en mi casa o me invitaba a mí a irme a dormir a la suya, invitaciones que siempre rechazaba. Y si le sacaba una excusa genuina para que él no se quedara en mi casa, hablaba con mi mamá, quien siempre le decía que no había pedo y que se podía quedar. Claro que ella solo veía el asunto como una inocente reunión de amigos. Carlos no me desagradaba ni está feo; simplemente no quería que se estuviese metiendo ideas a la cabeza sobre mí y sobre "nosotros".
¿A qué voy? Pues un día Carlos habló con su papá acerca de mudarse él solo a Canadá. Carlos es un maestro de la manipulación, así que sabía que su padre no tendría pedos con eso, y que hasta le conseguiría un trabajo perro allá, pero también ya tenía planeado que su papá le dijera que no se podía ir solo. Entonces Carlos le dijo que me podía convencer a mí de ir a vivir con él a Canadá. El papá siempre me ha visto como el guardian y protector de su hijo, así que le dijo sí de inmediato, pues me tenía una confianza absoluta. El papá siempre supo que Carlos era gay, incluso desde antes de que mi amigo lo descubriera; así que yo creo que él lo veía como la pareja de homosexuales mudándose a otro país como si fuesen pareja casada para vivir felices por siempre. Entonces el papá me consiguió trabajo a mí también. Finalmente, Carlos me invitó y hasta me lloró por que fuera a vivir con él como buena y hermosa pareja de jotos, pero yo siempre me negué. Hablé con el papá acerca de mis motivos, y el me entendió y le pidió a su hijo que desistiera.
Regresando al presente, Carlos me comenzó a hablar de eso, y yo como buen honesto que soy le expliqué a profundidad lo que ya le había explicado tantas cosas antes. Pero si a Carlos le dices que no a algo como eso, siente que no lo quieres y nunca lo has querido. Le tuve que jurar miles de veces que si lo quería mucho, pero no tanto como para ese tipo de relación sentimental. Hasta tuve que cambiar de conversación cañón diciendo cómo los cigarros ahora están bien caros y que tendría que bajarle a mi vicio para que se callara.
Dejamos esa conversación atrás a pesar de la inconformidad de Carlos y nos metimos al mar para refrescarnos. Estuvimos un rato ahí y cerca de una hora y media después salimos de nuevo. Para ese entonces ya se estaba poniendo el sol, y decidimos ver en silencio el hermoso paisaje. Todavía tenía mi conversación con Carlos fresca en mi mente, pero intentaba vaciar mi mente para simplemente disfrutar ese momento. Yo creí que las discusiones emocionales ya habían terminado por ese día y no tendría nada más de qué preocuparme.

Error.

Mientras estábamos ensimismados con el ocaso, de repente escuchamos una voz que gritaba desde lejos mi nombre. Ambos volteamos y vimos cómo se acercaba mi peor pesadilla: Ángel. El muchachito de 16 años, tan hermoso como el sol, con lentes de sol en el rostro, caminando en bañador mientras me saludaba desde lejos. Y estaba caminando rápidamente... hacia nosotros. Carlos se sacó de onda, pero le comenté quién era y de pronto se puso en guardia. Por si no lo sabes, Ángel es uno de mis enemigos; un acosador adolescente que siempre hace sus mañas para arruinarnos la vida y que nosotros lo (citándolo textualmente) "amemos como [él nos ama]".
No sé cómo se enteró que estaba en la playa ese día, y no quiero saberlo. Pero encontrarse a Ángel en un lugar tan casualmente, sobretodo en Manzanillo, definitivamente no es coincidencia. Supuse que sería la malevolencia de alguno de mis amigos de Guadalajara, porque siempre nos andamos arrojando a ese muchachito para vengarnos los unos de los otros, o en ocasiones solo por pura diversión maligna.
Se acercó a nosotros y me empezó a hacer plática, ignorando a Carlos por completo, pues a él no lo conocía y le venía valiendo madres que estuviese acompañado. Agarró una de las sillas culeras de plástico que nos dieron en la playa, se sentó desfachatadamente y acercó su silla lo más cerca posible a la mía, mirándome de frente, de manera que nuestros pies estaban casi entrecruzados con los del contrario. Incluso le presenté a Carlos, para que para variar molestara a alguien más, pero Ángel ni se inmutó. A menos que estuviera Leo cerca (uno de mis amigos de Guadalajara), nunca pelaba a nadie más que a mí.
Estuvo haciéndome plática un buen rato, agarrándome la mano cuando podía, comentándome cuánto me había extrañado en las vacaciones, pues no me había visto desde que me fui a Manzanillo. Después descubrí que, en efecto, había sido uno de mis amigos de Guadalajara quien le había dicho que estaba en Manzanillo y mis planes del día eran ir a la playa. Como todo buen acosador, Ángel me encontró y se lanzó al ataque. Como tres veces me pidió que nos metiéramos al mar o que caminaramos por la playa para platicar "más a gusto", pero me negué las tres veces. Después de un rato, le marcó a Carlos su papá para que nos regresáramos ya, pues ya había anochecido y Carlos solo le había pedido permiso para salir en la tarde. Me despedí (de beso en la mejilla) de Ángel, y éste me pidió mi celular para marcarme algún día de estos y salir. Obviamente le di un celular falso, pero el muy cabrón me marcó para asegurarse que no hubiese hecho justamente lo que hice, y luego no tuve más remedio que darle mi número real.
Nos despedimos, pagamos el ceviche, y nos fuimos. Cuando nos estábamos yendo, Ángel le gritó algo a Carlos, y éste corrió hacia él para ver qué quería. Después de unos breves minutos, Carlos regresó con cara de perplejo (o pendejo) y nos fuimos. Ya cuando me estaba dejando en mi casa, le pregunté qué le había dicho Ángel, y me dijo que le pidió mi dirección.
Lefish: ¡¿QUÉ?! ¿Y se la diste?
Carlos: Pues sí, ¿qué tiene?
Pinche imbécil. De seguro se había sentido porque corté nuestra discusión sobre el pasado bien cortante y luego anduve platicando con Ángel mientras lo "ignoraba" a él. Estoy seguro. Que no mame. Pero ya luego le preguntaré si sí fue por eso, que estaba medio ardido por el momento. Por ahora, tendré que salir con Ángel a huevo, o de seguro me visitará a mi casa. Maldita sea.

1 comentario:

  1. jojojo que gran historia, y eso del acosador de 16 años, de miedo, aunque si te molesta tanto deberias decirle que te deje en paz ^^

    ResponderEliminar